Al encuentro de las montañas sagradas del Annapurna (II)

 


Día VI: Dovan-Campo Base Machapuchre. 6 h

El de los verdes valles.

De nuevo ante nosotros se presentaba una dura jornada, otra vez hacia arriba, desde los 2600 metros hasta los 3700 del campo base del Machapuchre (en adelante nombrado como MBC), pero esta vez con el condicionante de la altura que podía ir haciendo mella en nuestra respiración y en nuestra cabeza.



La jornada empieza de nuevo a través de un tupido bosque que parece sacado directamente de la película El Señor de los Anillos. De momento, aunque el cielo está muy cubierto, la lluvia no hace acto de presencia y cruzamos los dedos para que tengamos la suerte de que a primera hora de la tarde, coincidiendo con nuestra llegada al MBC, el cielo se abra para poder apreciar el Machapuchre desde su misma base, en toda su magnitud.



Dos pueblos teníamos que pasar, Himalaya y Deurali, los dos últimos del camino. A partir de allí, ya sólo quedan el MBC y el ABC  (Annapurna Base Camp). A la altura de Deurali, la vegetación alta desaparece para dar paso a un valle de verde hierba que cruzaremos siguiendo el río Modi. Aun así, me parecía muy curioso que a más de 4000 metros siguiera habiendo vegetación. Las pocas veces que he estado por encima de 3000 metros, el terreno ha estado siempre más pelado que la cabeza de Mr. Proper, como pasaba por ejemplo en el
Kinabalu, Malasia.







En esta etapa existe otro riesgo añadido, y esta vez de bastante consideración. A lo largo del camino hemos visto un montón de derrumbes producidos por la gran cantidad de lluvias en esta época del año, pero a partir de ahora hay una zona especialmente delicada ya que debemos caminar dejando a nuestra izquierda una enorme pared vertical especialmente proclive a las avalanchas. De hecho, en invierno cuando toda esta zona está nevada, esta parte del camino se cierra y los alpinistas tienen que avanzar por el otro lado del río a pesar de que el camino es mucho más dificultoso. La verdad es que impresiona bastante y durante el tiempo que andamos por allí, ni nosotros ni el guía decíamos una sola palabra y solo nos preocupábamos de mirar para arriba por lo que pudiera pasar…

La pared en cuestión...


No obstante, por allí pasamos aunque fuera con cierta tortícolis y el valle se iba abriendo cada vez más. Se trata de un valle de una belleza fuera de lo normal, aunque la niebla, una vez más nos impedía apreciarlo en toda su magnitud. Nos íbamos acercando al MBC y lo cierto es que las condiciones meteorológicas no eran las mejores ni mucho menos, de hecho empezó a llover aproximadamente una hora antes de llegar… Nuestro sueño de tener una gran vista de las montañas, empezaba a diluirse.





A nuestra llegada al MBC, constatamos que no hay absolutamente nadie, esa noche dormiremos allí, nosotros dos, nuestro guía y el responsable del refugio. La frustración de sabernos a los pies de una de las montañas más bellas de la zona y no poder ver absolutamente nada, es importante. Acabamos de quemar una de las últimas balas que quedaban en nuestra recámara, pero yo sigo siendo optimista, porque mañana subiremos más y tendremos la última, pero también la mejor de las oportunidades para ver el Annapurna.

Dia VII: MBC – ABC. 2 horas.

El de la hora de la verdad.

Tan sólo dos horas son necesarias para pasar de los 3700 metros del MBC a los 4130 del ABC, un paseo para lo que estamos acostumbrados en los últimos días. A las 6 de la mañana ya estamos en pie, para ver si la meteorología ha mejorado, pero nada de nada… El día está igual de encapotado que ayer. Bueno, paciencia, aqui el tiempo puede cambiar cada 30 minutos.






 

Vista del Campo base del Machapuchre de camino a ABC

Vamos subiendo despacito, sin prisa. En el camino encontramos un par de pastores nómadas, que aprovechan la época de lluvias para subir sus rebaños a zonas más altas que en estos momentos están repletas de hierba.




Un rato después y de nuevo bajo la lluvia llegamos por fin, después de siete días de largas caminatas hasta nuestro destino final. Puede que el tiempo no esté de nuestro lado, pero aun así nos sentimos muy felices. Somos conscientes de que hay dos momentos en el día en que es más fácil que el cielo se despeje, justo antes de anochecer y justo antes de amanecer, así que esta tarde tendremos una buena oportunidad y mañana a primera hora otra. Crucemos los dedos…



Y dicho y hecho… como por arte de magia, a eso de las 6 de la tarde, poco antes de anochecer las nubes empezaron a subir a una velocidad de vértigo y durante unos maravillosos minutos en los que disfrutamos como enanos, tuvimos unas excelentes vistas del Machapuchre.








El Annapurna y el Annapurna sur quedaban justo a nuestra espaldas, y aunque no estaban tan despejados, también se dejaron ver aunque sólo fuera un poquito…

La verdad, es que las fotos pueden ofrecer una ligera impresión de la magnitud de estas colosales montañas, pero nada comparable con la sensación de tenerlas ahí, tan cerquita y ser testigo de la tremendas y verticales paredes que teníamos a nuestro alrededor. Un espectáculo emocionante aunque durara tan sólo unos minutos.

No obstante, el guía se mostraba bastante optimista de cara a la jornada de mañana, porque insistía en que había llovido mucho por la tarde y seguramente a primera hora del día siguiente el cielo estaría bastante despejado. Nosotros nos aferramos a su palabra y muy contentitos nos fuimos a la camita para madrugar mucho al día siguiente y tener más posibilidades.

Día VIII: ABC – Bamboo. 7,5 horas.

El del comienzo de la vuelta.

A primerita hora de la mañana (esto significa las 5), asomamos uno ojo por la puerta para cerciorarnos de que el sonido uniforme que escuchábamos era de lluvia, y efectivamente lo era… Las predicciones del guía no se habían cumplido en absoluto. Resignados, nos volvimos a meter en la cama pensando que al menos la noche anterior habíamos tenido unas buenas vistas, que sumadas a algunas otras que habíamos tenido en días anteriores, habrían de ser suficientes para que nos lleváramos una muy buena idea de como son las montañas más altas del mundo.

Sin embargo, y contra todo pronostico, a eso de las 8 de la mañana el cielo estaba más azul que nunca. Un regalo impresionante, especialamente cuando ya apenan teníamos esperanzas de volver a ver los nevados picos.


Tent Peak 7365 metros



Annapurna 8091 metros, "casi" al descubierto...

Justo al norte del campamento base, se encuentra el santuario del Annapurna, un lugar sagrado sobre el que rezar todo lo que se sepa antes de iniciar el ascenso a este ochomil. Allí se encuentran muchas placas y fotos de alpinistas que han perdido la vida durante el ascenso. Lo cierto es que el lugar impone respeto.




Y después de tiranos un buen número de fotos, llega un momento duro, es la hora de empezar a deshacer el camino. El día se hace duro, muy duro. Quizás sea porque ya llevamos 7 días de caminatas, quizás porque ya hemos llegado al punto que tanta ilusión nos hacía, quizás porque hasta llegar a Chhomrong, pasaremos por los mismos sitios donde ya hemos pasado a la subida, quizás porque la jornada de hoy será la más larga de todas hasta el momento, o quízás porque tenemos que descender casi 2000 metros de desnivel, pero lo cierto… es que este día se nos hizo realmente duro.








Día IX: Bamboo – Jhinu. 7 horas.

El de la sorpresita agradable.

El penúltimo día de trekking significa que hay que seguir avanzando a buen ritmo, para poder hacer el camino de regreso desde el ABC hasta Naya Pul en tres días, en vez de los cuatro que se suelen emplear en subir.






Sin embargo en esta ocasión, después de las 7 horas de caminata nos esperaba una muy buena sorpresa, las aguas termales de Jhinu. El agua en estos manantiales manda directamente de la montaña a una temperatura de unos 28 grados centígrados. Es una auténtica maravilla meterse en esta piscina natural con el agua tan calentita, rodeado de montañas mientras se escucha el agua que baja con fuerza en el río que se encuentra justo al lado.







Día X: Jhinu – Naya Pul. 8 horas.

El de las ganas de llegar.

Sin duda las tres últimas jornadas se hacen especialmente largas. Unos 35 kms nos quedan por delante para esta etapa, que además de ser la última, será la más larga. Más de 8 horas estuvimos andando, con 30 minutos para comer y un par de paraditas cortas más para beber agua.







En esta ocasión el camino vuelve a estar repleto de puentes colgantes, de cascadas, de ríos, de campos de arroz y sobre todo de derrumbes… glupps.



Pero a pesar de los derrumbes, de las piernas que ya están que ni las sentimos, a pesar de los “bichitos” que solían compartir con nosotros la habitación por las noches, a pesar de las nubes que nos han acompañado durante la mayoría del trayecto, a pesar de todo eso, conseguimos llegar de vuelta a Naya Pul y completar este circuito de 2oo Kms por estas increíbles montañas.

Y aunque el cansancio no nos permite demasiadas celebraciones, estamos tremendamente contentos y satisfechos con la decisión que tomamos de hacer este trekking en esta época. Lo hemos pasado de maravilla y la sensación de estar durante 10 días en contacto permanente con la naturaleza, perdidos en estas montañas, es una experiencia única que nunca olvidaremos y que ya podemos contar tranquilamente. Y es que, como yo digo… está claro que el que nunca apuesta, nunca gana…



 


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