Al encuentro de las montañas sagradas del Himalaya (Parte I)

 


Nepal, si eres un poco despistado y echas un vistazo a un mapamundi, quizás te cueste encontrarlo. Este pequeño país se encuentra encajonado entre dos de los países más grandes del mundo, China e India. 

Pero parece como si Nepal quisiera compensar su limitada superficie terrestre creciendo en vertical casi hasta el infinito. Aquí se encuentran ocho de los catorce “ochomiles” del planeta y esa es sin duda, la gran atracción de este pequeño país asiático. 

No obstante, Nepal es también un país importante en muchos otros aspectos. Sin ir más lejos, en la ciudad de Lumbini, al sur del país, nació SiddhartaGautama, el creador e impulsor del budismo. Este joven príncipe, decidió iniciar un viaje espiritual hasta la India y en su periplo a través de la meditación, encontró el Camino Medio y se convirtió en el primer Buda (El Iluminado). 

Pero Nepal tiene otras muchas peculiaridades, unas buenas e interesantes y otras decididamente catastróficas. En la parte positiva, habría que destacar definitivamente su diversidad cultural. En tan pequeño país habitan más de sesenta grupos étnicos y se hablan más de cien lenguas diferentes. El hinduismo (primera religión del país) convive en perfecta armonía con el budismo, islamismo y cristianismo. Esta mezcla de culturas y religiones se funde perfectamente en las alocadas calles de kathmandú, entre el aroma a incienso, bicicletas, carritos de fruta empujados por vendedores ambulantes, perros callejeros deambulando de acá para allá y bocinas de coches sonando insistentemente mientras intentan abrirse paso entre la multitud. 


 




En la parte negativa, sin embargo, Nepal sigue siendo uno de los países más pobres del mundo y el tercero en mortalidad infantil. Muchas de las mujeres nepalíes todavía hoy en día siguen dando a luz en sus propias casas, sin ningún tipo de asistencia médica. El salario medio en Nepal es de 50€ al mes y la gran mayoría de la población solo come arroz y verduras dos veces al día, todos los días… 

 


Por otro lado, está la inestabilidad política y social del país. Hasta hace tan sólo tres años, aquí se vivía un conflicto armado entre las guerrillas maoístas y la monarquía que reinaba con arrogancia en el país hasta 2008. Seguramente recordarás la tragedia que aquí sucedió el 1 de Junio de 2001, cuando el príncipe heredero asesinó a tiros a diez miembros de la familia real, incluidos el rey y la reina, para después suicidarse de un tiro en la cabeza. A día de hoy, todavía nadie sabe que sucedió y cuales fueron los motivos exactos de la matanza, ya que toda la historia trato de silenciarse en la medida de lo posible y la versión oficial del gobierno fue que el arma se disparó “accidentalmente”… 

En cualquier caso y bajo mi humilde opinión, lo que nadie debería dejar de hacer una vez en Nepal, es andar por las montañas y disfrutar de los picos más altos del planeta, los mismos que se muestran desafiantes desde las alturas en la cordillera del Himalaya. 

Por supuesto hay muchas opciones, pero nosotros nos decidimos por una de las más atractivas de todas, la ruta que lleva hasta el campo base del Annapurna, a 4.130 metros de altitud. 

El Annapurna es la décima montaña más alta del mundo, con sus 8.091 metros de altitud y fue el primer “ochomil” coronado, en el año 1.950. La ruta más directa para llegar a su campo base conlleva cuatro días de subida y tres de bajada, pero nosotros como somos más chulitos que nadie, decidimos hacer una ruta más larga que necesita de siete días de subida y tres de bajada. Un total de 200 kms andando por la montaña, que si ahora colina arriba, que si ahora colina abajo, que si ahora ya sólo para arriba… La gran duda que nos abordaba para decidirnos a hacer este trekking, es que el mes de Julio es el mes del monzón, lo que significa que llueve todos los días y no sólo todos los días, sino varias veces cada día. El problema no es tanto la lluvia en si, sino que se corre el riesgo de que las masas nubosas no permitan disfrutar de las vistas de las montañas. Por otro lado, hacer este trekking en este mes, te garantiza que vas a estar prácticamente solo en la montaña, ya que en temporada alta (Octubre, Noviembre), esto se puede convertir en una auténtica procesión de montañeros. Asi que, ya está, decisión tomada! Nos vamos de trekking! Al fin y al cabo, el que nunca apuesta, nunca gana.

Sobre el mapa y sentados a la mesa tomando una cerveza, todo parece muy fácil… 

La realidad una vez que se empieza a andar quedaría más o menos de la siguiente manera: 

Día I: Naya Pul - Tikhedunga. 4 horas.

El de las avalanchas.  

Había que quitarse el miedo y cuanto antes mejor. El primer día de trekking comenzó a las 6.30 am, con un traslado de una hora por carretera desde Pokhara a Naya Pul (lloviendo a cantaros, como no podía ser de otra manera en esta época del año…) En Naya Pul desaparece cualquier vehículo de tracción y ya uno se mueve únicamente con su “propia tracción”. 





El optimismo está a tope, pero también ciertos nervios se agarran al estómago al pensar que por delante queda un largo, larguísimo camino. El hecho de empezar lloviendo no facilita las cosas y mucho menos todavía, comprobar con nuestros propios ojos como a escasos kilómetros del comienzo nos encontramos con la primera avalancha. Al ser época de lluvias las laderas de la montaña ceden con mucha facilidad y sencillamente se derrumba como un castillo de naipes. 


Por lo demás el primer día transcurre “tranquilo”, paralelo al río y en cuatro horas llegamos a nuestro primer destino, el pueblo de Tikhedunga a unos 1500 metros de altitud. La lluvia volvió a aparecer con fuerza a primera hora de la tarde y ya no paró en toda la noche. 





 

  

 Dia II: Tikhedunga – Ghorepani. 7 horas

El de la gran subida. 

Mira que ya nos lo había advertido el guía: “El segundo día se hace un poco duro”, fueron sus palabras… Pasar de los 1500 metros de Tikhedunga a los 2750 de Ghorepani significa que las siete horas que dura esta jornada, te las pasas mayormente sudando y con las piernas a punto de decir basta. Las dos primeras horas son especialmente duras, ya que la pendiente tira hacia arriba sin dar la más mínima tregua. 




A partir de ahí, se cuela alguna que otra bajada que suaviza un poco el esfuerzo, pero la tendencia sigue siendo subir y subir. 

A la llegada a Ghorepani, ya se nota el cambio de altitud y cuando cae la noche la temperatura baja bastante. Por suerte, en el centro del comedor de la posada en la que nos alojamos, tienen una gran hoguera en torno a la que cenar y jugar un ratillo a las cartas. De todas formas, las fuerzas están tan justitas que a las 9 de la noche nos acurrucamos en nuestros sacos confiando en que la jornada de mañana sea un poco más llevadera. 


 

Dia III: Ghorepani – Tadapani. 5 horas.

El de las sanguijuelas. 

El tercer día comienza de nuevo entre densas nieblas, lo cual empieza a mellar un poco nuestra confianza de cara a ver los grandes picos de las montañas que somos conscientes nos rodean, pero que hasta ahora no hemos podido disfrutar ni por un segundo. 

En esta jornada nos adentramos en un bosque tan espeso que la luz apenas puede penetrar. Todo está tan tremendamente verde y húmedo que se crea el ambiente perfecto para las sanguijuelas. 




Estos bichitos son tremendamente asquerosos y tienen una gran habilidad para subirse a las botas mientras vas andando y luego a través de los calcetines se pegan a tu piel para chuparte la sangre como el mismísimo Conde Drácula. Sólo serás capaz de despegarlas arrimándolas un cigarrillo encendido o echándolas sal encima. Esto último es “divertidísimo”, porque se ponen malísimas de la muerte y empiezan a vomitar toda la sangre hasta que la palman. 

En un punto concreto de la marcha, pasamos por un lugar que estaba literalmente repleto de ellas y se nos subían a las botas hasta siete a la vez. 


 

En alguna de las paradas que hacíamos para beber agua o comer algo, nos encontramos con un grupo de porteadores encargados de subir todo lo necesario para abastecer los pueblos de toda esta zona. La verdad es que esta gente está hecha de otra pasta y son capaces de cargar hasta 45 kilos a sus espaldas a través de estos senderos. 




 

El trayecto sigue siendo una delicia, aunque las subidas y bajadas se suceden y las jornadas son largas, por lo que de nuevo nuestra llegada a Tadapani viene acompañada de un fuerte cansancio. Sin embargo, justo antes de la caída del sol, el cielo se despeja ligeramente y conseguimos la primera visión de alguna de las majestuosas montañas del Himalaya. Quizás no te pueda parecer mucho, pero para nosotros fue una tremenda alegría al menos comprobar que efectivamente no nos estaban tomando el pelo y las montañas más altas del mundo estaban ahí, tan cerca de nosotros… 


Pico del Machapuchre, 6997 metros

Y aquí en Tadapani pasamos nuestra tercera noche, ya más contentitos y optimistas porque habíamos conseguido tener nuestro primer contacto visual con las montañas sagradas del Himalaya. 



Pueblo de Tadapani



Dia IV: Tadapani - Chhomrong. 4,5 horas.

El de la marihuana. 

A la mañana siguiente, muy tempranito abrimos un ojo para asomarnos por la ventana y ver si con un poco de suerte la vista del Machapuchre era mejor que la de ayer por la tarde y para nuestra sorpresa… ahí estaba imponente ante nuestros ojos, con la nieve brillando al sol que le pegaba de lleno. 

 

A la izquierda Annapurna sur 7219 m, a la derecha Hiunchuli 6441 m.


Desde Tadapani se comienza descendiendo y descendiendo y descendiendo hasta el nivel del río, para luego ascender y ascender y ascender hasta llegar a los 2600 metros a los que se encuentra Chhomrong. Lo más curioso de este trayecto, es que el sendero se encuentra repleto de enormes plantas de marihuana, algunas de ellas de más de tres metros de altura. 

 



Al parecer la marihuana nace de manera natural en estos lugares, pero si te digo la verdad a mi me da la sensación de que los lugareños también aprovechan para “trapichear” con ella, porque casualmente siempre hay más plantas en las inmediaciones de los pueblecitos que se encuentran en el camino. Claro, así luego en Kathmandú y Pokhara pasan tipos cada dos por tres ofreciéndote marihuana… ummm, aquí hay caso Poirot, aquí hay caso…



Calculo que en esta cuarta jornada andaríamos unos 14 o 15 kms, pero si trazáramos una linea recta entre estos dos pueblos, no creo que salieran más de 4 o 5 kms. El problema es que hay que bajar una gran colina y volver a subir otra después y dar un gran rodeo.

En cualquier caso llegamos a Chhomrong sin mayores complicaciones. Una tónica de este trekking, es que empezamos las jornadas siempre bastante temprano, por lo que en función de las horas que estemos en marcha, solemos llegar al siguiente pueblo entre las 13 horas y las 16, por lo que siempre tenemos toda la tarde para relajarnos leyendo, durmiendo la siesta o charlando un rato con los locales, que en esta época del año están bien aburridos. Por lo demás, no hay nada más que hacer en estos lugares a excepción de disfrutar del silencio absoluto, los paisajes sublimes y la mayor tranquilidad.






Día V: Chhomrong – Dovan. 5 horas.

El de la lluvia.

Hasta ahora nos hemos ido librando de caminar bajo la lluvia. Como te contaba antes, siempre solemos desayunar fuerte a eso de las 7 de la mañana, para empezar a andar sobre las 8. De esta manera, normalmente evitamos la lluvia, ya que suele llover sobre todo por la tarde y noche.

Sin embargo en esta jornada aunque la mañana empezó bien soleada y hasta calurosa, la lluvia nos sorprendió casi una hora y media antes de llegar a Dovan, nuestro siguiente destino.




Aquí cuando llueve, llueve con todo. Es la lluvia del monzón y viene a ser el equivalente de una tormenta fuerte de verano en España, sólo que aqui se puede tirar horas y horas sin parar. Aqui te dejo un video de esta última parte del trayecto de hoy bajo la lluvia.










Y así, en Dovan y bajo la lluvia, terminó nuestro quinto día de marcha consecutivo. Mañana tendremos un día duro y por fin llegaremos al primero de los grandes objetivos de este trekking, el campo base del Machapuchre, a 3700 metros de altitud, para pasar una noche allí y al día siguiente ascender al campo base del Annapurna, a 4130 metros. A partir de ahora, un nuevo factor entra en acción, la falta de oxígeno. A más de 3000 metros, para los que no estamos acostumbrados a estas altitudes, respirar cuesta bastante más.

Pero lo que realmente me quita el sueño esta noche, es pensar en si realmente conseguiremos las vistas que estamos esperando o por el contrario el cielo estará plomizo y la niebla lo tapará todo. De ser así, el trekking habrá merecido la pena por la belleza de los paisajes que hemos atravesado, pero sin duda nos quedaremos con una gran sensación de vacío por no haber podido disfrutar de estas montañas sagradas, especialmente del Annapurna, con sus 8091 metros..

En fin, será mejor quedarse dormido y confiar en que la suerte se alíe con nosotros. Muy pronto saldremos de dudas y veremos si las montañas se quieren mostrar ante nosotros o prefieren seguir ocultas por encima de las nubes…

 

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