Ya llego, ya les veo asomar, si si…
parece que se ven al fondo, por fin… uno de los destinos más esperados de mi
viaje, el orgullo de Camboya, los impresionantes templos de Angkor.
Recuerdo meses atrás, cuando desde mi
casa leía sobre ellos y pensaba “Guahhh, tiene que ser una pasada aquello” y
ahora por fin estoy aqui y puedo confirmar con mis propios ojos, que se trata de un lugar fascinante,
paradisiaco, místico… aunque también inabarcable y agotador.
Durante los últimos meses me he
encontrado con otros viajeros que ya habían estado en Angkor y siempre
aprovechaba para preguntarles que les había parecido y como se habían
organizado para recorrer los templos. Sabía que se podía comprar una entrada de
uno, dos o tres días y las opiniones al respecto eran bien variopintas, había
quien me decía que sin duda merece la pena comprar la de tres días y otros que
con un día habían quedado un poco saturados de tantas “piedras”.
Pero antes de seguir hablando de Angkor, dedicaré unas líneas a su ubicación y el entorno que los rodea. Los templos de Angkor, se encuentran a unos 6 kms de la ciudad de Siem Riep. Se trata esta de una ciudad sumamente turística, plagada de restaurantes, hostels y muchos extranjeros. Aun así, y a pesar de la quizás excesiva afluencia de turistas, la ciudad tiene su encanto y aunque el principal atractivo de pernoctar en esta ciudad, es visitar los propios templos, también hay otras cosillas interesantes que hacer por aqui.
Como anécdota, ya mi llegada a Siem Riep, tuvo su miga... Cogí un autobús desde Phnom Penh, que debía llevarme directo hasta allí, en un viaje de unas 5 horas. Sin embargo, después de más o menos la mitad del camino, me di cuenta casi por casualidad que los pueblos que iba viendo por el camino, no correspondían con el trayecto que aparecía en mi guía. Me levanté temeroso de mi asiento y temiéndome lo peor, pregunté al conductor.
Entré en pánico, cuando mis miedos se hicieron realidad y el buen hombre me confirmó que ese autobús no iba a Siem Riep, Me cag* en to lo malo... O me habían vendido un billete que no correspondía o yo me había metido por error en otro autobús...
El caso, es que pocos minutos después me pararon en un cruce y me dijeron que en unos quince minutos, pasaría por allí otro autobús que me llevaría a Siem Riep. Allí me quedé, con más dudas que Djukic cuando tiró el famoso penalti... Empezaba a anochecer y ya me veía yo buscándome la vida en medio de ninguna parte para pasar la noche.
Pero para mi sorpresa, tal y como me habían dicho, en unos quince minutos vino a recogerme un autobús... VACIO!! Tan sólo el conductor y el que parecía ser un amigo suyo. Yo no entendía nada, pero lo cierto es que conseguí llegar a Siem Riep, aunque eso si, cerca de las 11 de la noche, diluviando y sin ninguna reserva para dormir...
Como todo llega y todo pasa, al día siguiente y tras haber conseguido un lugar para dormir por el precio más económico de todos los sitios en los que he dormido hasta ahora (1 dolar la noche, aunque tambíen es justo decir que no era una habitación, era una mosquitera en el pasillo de un hostel... :-) ) me puse en marcha y me fui a dar una vuelta por esta ciudad, con la intención de visitar algunos de sus mercados flotantes, así como uno de los varios orfanatos que hay en la ciudad y que tratan de dar una educación y una oportunidad a niños que en su mayoría no tienen padres o de tenerlos, se encuentran en situaciones de especial vulnerabilidad.
Afortunadamente y a pesar de mi temor, la sensación con la que salí de mi visita al orfanato, fue sin duda más positiva de la que esperaba. Me dio la sensación de que los críos, dentro de su situación dificil, estaban mejor atendidos de lo que yo podía intuir.
Y ahora si, hablemos un poco de la gran atracción de la zona, los Templos de Angkor. Para que te hagas una idea de la grandiosidad del conjunto, te diré que básicamente la visita se puede organizar siguiendo unos itinerarios marcados que se dividen en el recorrido corto o el recorrido largo. El primero son 17 kilómetros y el segundo 26.
En este espacio se conservan en mejor o
peor estado más de 50 templos, que aún hoy, cuando han pasado más de mil años
desde su construcción, son una muestra inequívoca de la grandeza del más
poderoso imperio que jamás ha existido en Asia, el Imperio Khmer.
Por supuesto, nada tiene que ver el
Imperio Khmer con los asesinos que muchos años después se autodenominaron Khmer
rojo, y de los que te hablé en el último post.
El Imperio Khmer se empezó a forjar en
el año 802 con la unificación de una serie de pequeños reinos y bajo el mandato
de Jayavarman II, estableciendo su capital en la ciudad de Angkor. Uno de sus
principales objetivos era crear un sistema de canalizaciones que facilitara los
cultivos intensivos, enriqueciendo rapidamente la región.
Su afán arquitectónico se basaba en
superar con creces los templos de sus ancestros en tamaño, belleza y simetría.
La prueba más sensacional de su ambición se observa perfectamente en el
majestuoso Angkor Wat, el edificio religioso más grande del mundo.
Con el tiempo el Imperio abarcaba desde
Birmania hasta Vietnam, con una riqueza arquitectónica inigualable. La ciudad
de Angkor llegó a tener un millón de habitantes en una época en la que Londrés
no superaba los cincuenta mil.
Y todo esto quería ver yo y además
después de mucho pensarlo, decidí que lo intentaría en un sólo día. Asi que de
nuevo tocaba madrugón de los buenos, sobre las 5 de la mañana ya estaba en pie,
con las pilas cargadas y un Kit-Kat en el bolsillo, para lo que sabía sería un
día agotador. Desde luego, cuando todo esto termine, tendré que tomarme unas
buenas vacaciones para descansar…
No contaba yo sin embargo con mis amigas
las lluvias, que aunque intenté salir sin que me vieran (y de hecho lo
conseguí…), a media mañana se dieron cuenta de mi ausencia y decidieron ir a
buscarme sabedoras de que me encontrarían en los templos. Y vaya si me
encontraron… Por lo menos tuve la suerte de ver un bonito amanecer y
tener un día soleado hasta eso de las doce de la mañana, hora en la que empezó
a caer como con mala leche…
Pocas veces en mi vida había visto caer tanta agua en tan poco tiempo. Lamentablemente las lluvias oscurecieron
(nunca mejor dicho) la jornada y hay muchos templos de los que no puedo
enseñarte fotos porque literalmente, era imposible sacar la cámara.
No obstante, todavía me las apañé para sacar el suficiente material gráfico. Aqui, una muestra de los templos de Angkor:
Y así queda este post, un poquito más
corto de lo normal no sé si debido a la falta de material gráfico o a la
carencia de vitaminas que mi cuerpecito empieza a padecer… Creo no
obstante que lo suficientemente largo para que te puedas hacer una idea de la
grandeza de los templos de Angkor.
Ahora si me disculpas me tengo que
marchar pitando, que parece que amenaza lluvia de nuevo…
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Efectivamente... empezó a llover de nuevo.
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