El de Myanmar y su lucha por la libertad


Ya desde el momento que el avión se acercaba a tierra y pude distinguir con claridad las carreteras, casas y campos de Myanmar, tuve la sensación de que este país me apasionaría. Los días que estaban por llegar confirmarían aquella sensación.


Puede ser que dejándome llevar por la inmediatez de mi visita a Myanmar, cometa una injusticia con otros países si afirmo que es el lugar que más me ha conmovido de todos los que he visitado en mi vida, pero es así como lo siento ahora mismo y no puedo más que reafirmarme en lo que pienso.

Llegué aquí bastante condicionado por lo que había oído y leído. La especial situación que atraviesa Myanmar y una serie de particularidades que aquí se dan, lo convierten en un mundo aparte. Te contaré algunas cosillas que me fueron llamando la atención nada más llegar y algunas otras que me pusieron los pelos de punta según fui descubriéndolas con el paso de los días.


Mi contacto con Myanmar comenzó en realidad antes de llegar, concretamente en la embajada de este país en Bangkok. Allí solicité el visado que para mi sorpresa se tramitó en tan sólo dos días laborables y a un precio de unos 20 euros que me pareció muy barato para lo que esperaba. Sin embargo, lo curioso de solicitar el visado para Myanmar es comprobar la “paranoia” que tienen a la hora de conceder visados a extranjeros. El gobierno tiene muchas cosas que ocultar y de hecho los extranjeros sólo pueden acceder a determinadas zonas del país, quedando otras muchas restringidas. Hasta mediados de los 90, el visado se concedía sólo por 7 días, pero actualmente se conceden 28 días.


En la embajada hay que rellenar un extenso formulario que parece más indicado para solicitar un puesto de trabajo que para obtener un visado. Te piden que especifiques tus experiencias laborales, los motivos de tu visita, el lugar donde te vas a quedar, etc, etc, etc. Después te hacen una discreta entrevista, supongo que para detectar si has mentido u ocultado algún detalle. El motivo de todo esto es saber si tus pretensiones son las de “husmear” más de la cuenta. Por este motivo es recomendable ocultar tu profesión si eres periodista, fotógrafo, editor o similar.

Con estos antecedentes llega uno un tanto condicionado, pero en cuanto sales del aeropuerto y empiezas a tener trato con la gente, todo queda en el olvido. Al principio me quedé un poco impresionado ya que los birmanos tienen algunas costumbres a las que yo no estoy muy acostumbrado.



Lo primero que inevitablemente te llama la atención es que los hombres visten falda “longyi” y muchos de ellos mastican un compuesto a base de nueces de areca que envuelven en hoja de banana y que tiñe sus bocas y dientes de color rojo, de tal manera que parece que están sangrando. Después de masticarlo un buen rato tienen que escupirlo, ya que no se puede tragar. El resultado es que las calles están llenas de escupitajos rojizos que perfectamente te pudieran hacer pensar que un par de días atrás allí se formó una trifulca entre un clan de Las Rosillas y otro  de Las Barranquillas…




Las mujeres por su parte también visten falda (esto ya no me sorprendió tanto…) y tanto ellas como los niños, usan un extraño maquillaje denominado “thanaka” que obtienen tras humedecer un tipo de madera (obtenida del árbol con el mismo nombre) y frotarla hasta obtener una pasta de color amarillento que se untan en la cara para protegerse del sol y también para sentirse más bellas. Aquí te dejo este video para que te des una vuelta conmigo por las calles de Mandalay y observes algunas de las cosas te comento.




En cualquier caso, hombres, mujeres, niños y mayores ofrecen una calidad humana que sencillamente te desborda. Puede parecer un tópico que he repetido en numerosos ocasiones en este blog. No me puedo olvidar de los sonrientes indonesios, los amables malayos o los serviciales laosianos, pero lo de los birmanos es punto y aparte. Esta gente desconoce por completo la maldad. Su amabilidad, honestidad y simpatía te hacen sentir que cada día que pasas en este país tu deuda con ellos aumenta un poquito más, hasta convertirse en impagable.







Sin embargo, de lo primero que uno debe ocuparse al llegar a Myanmar, es de conseguir dinero. Esto que en la mayoría de países es un trámite tremendamente sencillo, en Myanmar puede ser todo un reto.

La moneda local en Myanmar es el Kyat. Esa moneda no se puede conseguir fuera de su territorio, así que antes de entrar en el país uno tiene que venir aprovisionado con dólares para cambiarlos por Kyats, ya que en todo el país no hay un sólo cajero automático. Si que existen bancos, pero uno cometerá uno de los errores más graves de su vida si cambia dólares por kyats en un banco de Myanmar. El tipo de cambio oficial que aplican en los bancos es de 6 kyats por dólar, cuando en el mercado negro se viene aplicando unos 915 kyats por dólar. De esta manera, si cambias 100 dólares en un banco, te darán 600 kyats, con lo que tendrás para comprar una botella pequeña de agua y un cuchillo para suicidarte… En algún post venidero te explicaré a que se debe semejante confusión, que aunque me costó mucho averiguarlo, finalmente lo conseguí. Mientras tanto te dejo que le vayas dando unas vueltas a todo el asunto.




Lo del mercado negro es curioso, muy curioso. La mayoría de los hoteles se ofrecen a cambiar tus dólares a un tipo de cambio bastante razonable de unos 850 kyats por dólar. Sin embargo el mejor tipo de cambio se obtiene en la calle, donde algunos tipos se te van acercando y con voz bajita como si te estuvieran vendiendo marihuana, te preguntan si quieres cambiar dinero.

Evidentemente esto no está exento de numerosos riesgos. Primero se negocia el tipo de cambio, regateando cual si fueras a comprar un kilo de naranjas. Una vez cerrado hay que trasladarse a un lugar discreto y aquí es donde empiezan los verdaderos riesgos. En primer lugar los dólares tienen que estar intactos y cuando digo intactos, me refiero a que no pueden tener una sola arruga, marca, punto rojo o similar. La numeración también es importante, hay determinadas series de billetes que no serán aceptados, vaya usted a saber por que…

Hay que estar extremadamente atento, porque estos “cambistas” tratarán de engañarte siempre y su habilidad para hacerlo es extraordinaria. Yo iba sobre aviso y mi concentración era máxima, pero aun asi, llegué a un punto donde la situación ya no estaba donde yo me había propuesto mantenerla. Quería cambiar 300 dolares y mi idea era enseñarles los dólares sin que ellos los tocaran en ningún momento. Al principio lo conseguí, pero uno de los billetes no me lo aceptaban porque tenía una pequeña arruga en el centro. Yo cogí ese billete de la mesa para mirarlo de cerca y hacerles entender que eso no tenía importancia. Cuando volví a mirar a la mesa, uno de los otros dos billetes ya no estaba allí… Shit… Ya me la han jugado. Uno de los dos tipos lo tenía en la mano examinándolo y yo me apresuré a cogerlo de nuevo y decirle muy seriamente que no lo volviera a tocar. La cosa se ponía tensa…

Finalmente conseguí que me pagaran los dos billetes mejor conservados a 915 y el otro a 895. Pero claro, luego hay que contar… El billete más grande que te dan es de 1000 kyats, y a mi me tenían que dar 272.500 con lo que uno de los tipos sacó un fajo de billetes de una bolsa de plástico y me los dió. Hay que contarlos uno a uno, porque a veces meten papeles en blanco entre medias o doblan los billetes por la mitad para que cuentes el mismo dos veces. En fin, artimañas que fui salvando una tras otra y una vez salvadas todas me fui de allí con los bolsillos llenos de billetes y con un nivel de stress bastante importante… Asunto solucionado.





En cualquier caso, quitando estos “gana vidillas de tres al cuarto”, como te decía antes la gente en Myanmar es encantadora. Por desgracia, Myanmar está “gobernado” con mano dura por su ejército desde el año 1962, cuando un golpe de Estado acabó con el decrépito gobierno, constituyendo una dictadura que a día de hoy sigue ejerciéndose de manera descarada. Te hablaré un poco de la historia reciente de este país así como de la situación actual.


En 1886 y tras varias intentonas anteriores, los ingleses se hicieron definitivamente con el control de Birmania. Muchas empresas inglesas se enriquecieron a costa de los recursos del país, sobre todo el arroz y la madera de teca. Los ingleses construyeron muchas infraestructuras, puertos y ferrocarriles. En 1927, el puerto de Yangón superó al de Nueva York como la ciudad que más inmigrantes recibía en el mundo, especialmente indios y chinos.

Durante la segunda guerra mundial, los japoneses llegaron a Birmania y en colaboración con el Ejercito Independiente Birmano, expulsaron a los ingleses. Durante un tiempo, los japoneses contaron con el apoyo del pueblo birmano, pero en seguida se comprobó que fue como salir de Málaga para llegar a Malagón. Su conducta dura y arrogante consiguió que esto cambiara rápidamente. Así, en 1941 Aung San se convierte en héroe nacional al fundar el renovado Ejército de Birmania para luchar contra los japoneses. Tan sólo siete años después, Birmania consigue su independencia definitiva.



Las cosas no terminaron de ir demasiado bien y el país no encontraba el buen camino para obtener la solvencia económica. En 1962, un golpe de estado llevado a cabo por el general Ne Win, supuso el derrocamiento del gobierno y Birmania pasó a ser gobernada por el ejército, situación en la que continúan en la actualidad.

El ejército comenzó rápidamente el proceso de aislar Birmania del resto del mundo. Lo nacionalizó todo, incluidos los pequeños comercios y la economía del país fue todavía a peor. Los partidos políticos fueron prohibidos. Tan sólo unos meses después del golpe de estado, una manifestación pacífica en las calles de Yangón acabó con 100 muertos. El mensaje del régimen quedaba claro desde el principio: “Las decisiones las tomamos nosotros y al que no le gusten, mejor que se calle…”


La gente se quedó acobardada durante muchos años, hasta que llegó 1988 y se convirtió en un año importante en la historia de Myanmar. La crisis económica era ya insostenible. El ejército aprobó unas reformas económicas abusivas que ahuyentaron a los pocos inversores extranjeros que había en el país y empeoraron la ya maltrecha economía familiar. Los monjes budistas iniciaron un movimiento y salieron a las calles con sus cuencos en posición invertida, lo que en budismo es símbolo de condena. Inmediatamente los ciudadanos secundaron la iniciativa de los monjes y salieron a la calle en masa. El ejército volvió a responder con crueldad y unos 300 monjes fueron asesinados.





 

Los monjes budistas en los países budistas son tremendamente respetados y admirados, por lo que aquello enfureció muchísimo a los ciudadanos que durante 6 semanas continuaron sus protestas y el número de víctimas ascendió a 3000. El general Ne Win se vio forzado a dimitir ante la gravedad de la situación, aunque el ejército continuaba en el poder. Finalmente se anunció mediante un comunicado que se convocarían elecciones democráticas para el año 1990.

Inmediatamente se crearon partidos políticos y Aung San Suu Kyi, la hija del anteriormente mencionado héroe nacional Aung San,  funda el partido Liga Nacional para la Democracia. Su carisma y sabiduría consiguen que rápidamente se posicionen como claros ganadores. El ejercito se pone nervioso y empieza a poner trabas y más trabas que finalizan con el arresto domiciliario de Aung San Suu Kyi, que a día de hoy continua vigente. La calle donde se encuentra la casa de esta mujer, está cerrada para los turistas, que no pueden ni acercarse por allí.


Estos acontecimientos provocan los primeros embargos internacionales a Birmania. A pesar de todas las trabas, el partido de Aung San Suu Kyi arrasa en la elecciones y obtiene el 82% de los votos, pero mira tu por donde, el ejercito decide anular las elecciones y arrestar a la gran mayoría de militantes del partido. Donde dije digo, digo Diego. Todo sigue igual…

En 1991 Aung San Suu Kyi obtiene el Premio Nobel de la Paz y en una demostración más de tiranía, el ejercito quiere hacerle pagar las tasas correspondientes por el importe económico recibido, a pesar de mantenerla en encierro domiciliario.

Casualmente, el próximo día 7, Myanmar volverá a tener “elecciones”. Jamás podría haberlo dicho de no saberlo de antemano. En las calles no hay ningún indicio de ello. Yo trataba de preguntar discretamente por aqui y por allá para tratar de obtener algo de información, pero la gente tiene miedo. Nunca olvidaré la conversación que tuve con un barquero. El hombre no paraba de hablarme de todo un poco mientras yo estaba ocupado tratando de sacar fotos de un atardecer desde su barca. Cuando el sol ya se había ido, aproveché para preguntarle alguna cosilla aprovechando que hablaba buen inglés.

-Bueno, ¿y quien va a ganar las elecciones, hombre…?

-Si, está haciendo muy buen tiempo estos días…

-No, no… que quiene va a ganar las elecciones del día 7

-Lo siento, no entiendo lo que me preguntas.

Desde ese momento su nivel de inglés pasó a ser de cero…

Igual todo este tema de Myanmar te ha parecido un poco espeso, pero creo que es importante que se hable de ello lo más posible y que más y más gente conozca lo que está pasando allí. Yo por mi parte seguiré escribiendo sobre Myanmar en sucesivos posts para el que le pueda interesar…



Comentarios Originales 2010:

Almudena
Noviembre 5, 2010

Jésus!
Me encantan la foto de la niña y la de los buditas!!..Un beso,guapo!

Miguel
Noviembre 5, 2010

Muy buen post, chaval..

Me ha hecho aprender más cosas sobre ese país que desconocía casi por completo!!

..y las fotos, como siempre, geniales!!

Un abrazo.

Chris Jones
Noviembre 7, 2010

Is the word you were looking for, fussy?

 

Comentarios

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