En el que llego a la China más rural… (por fin)


Me despedí de ti en ese tren nocturno que me habría de llevar en once horas desde Guangzhou hasta Guillin. Tan pronto terminé de escribir la “crónica” sobre mis días en Guangzhou, preparé mi litera con todo el arsenal que llevo disponible, sábana funda para los lugares poco higiénicos en los que me pueda tocar pasar la noche, tapones para minimizar los efectos de las ruidosas noches asiaticas, antifaz para los ojitos, mini almohada de viaje... Que no falte la comodidad, que uno ya ve teniendo unos años...


Guillin es el típico lugar que podemos catalogar como pueblo grande o ciudad pequeña. En este caso, casi me inclino más por lo segundo. Me parecía un sitio adecuado para ir cambiando el chic y pasar así de manera gradual de una gran urbe como Guangzhou, hasta las zonas más rurales hacia las que me dirigía.

La verdad que la ciudad, no tiene mucho encanto, pero si cuenta con un par de puntos muy destacables. Uno de ellos es su famoso lago Shanshu que cuenta con dos inmensas y llamativas pagodas, llamadas Sol y Luna.

Premio para el que adivine cual es la del Sol y cual la de la Luna...



No tenía mucha prisa y me apetecía relajarme, por lo que durante mi primer día en Guillin, simplemente me dediqué a algo que tanto me gusta: andar sin rumbo, perderme entre sus calles, disfrutar de la fotografía sin prisas y sencillamente, observar a la gente local en su día a día, pasando lo más desapercibido posible y empapándome de las costumbres que todavía hoy, nos hacen tan diferentes en lugares del mundo tan separados.










A escasos kilómetros del centro de la ciudad, se encuentra el Parque de Qixing Gongyuan, sin duda otra de las grandes atracciones de la ciudad. Allá me dirigí y la verdad que la visita mereció muy mucho la pena. Se trata de un parque enorme, con algunas zonas más populares y pobladas y otras sin embargo, donde uno puede estar prácticamente sólo y disfrutar de la naturaleza y la paz que emana el lugar..







Pero sin duda, Guilin durante la noche, luce especialmente atractiva. No sólo por la buena iluminación de la que muchos de sus monumentos alardean, sino también y principalmente, porque se respira un ambiente especial en sus calles.




Y así, sin mucho más que contar de este pueblo grande o ciudad pequeña, en la que pasé un par de noches buscando un ritmo tranquilo y sin hacer grandes alardes, terminaron mis dos días en Guillin. Me recogí prontito en esta, mi última noche y me dispuse a descansar, para el buen madrugón que pegaría al día siguiente, rumbo a mi próximo destino: Yangshuo.

En esta ocasión, el medio de transporte elegido, sería el barco, o mejor dicho... la barcaza.

Estaba yo disfrutando más del trayecto, que mi amigo el patrón...

Para desplazarse de Guillin a Yangshuo, existen bastantes opciones, pero creo que elegí la mejor de ellas, tal y como había leído en mi guía.
Se trata de un trayecto de unas 4 horas a través del río Li, navegando muy despacito y disfrutando de un inigualable paisaje. Cientos de colinas repletas de exuberante vegetación, te acompañan durante todo el camino, que se hace más corto de lo que parece y más corto que se haría, de no ser por lo incómodo del asientito de madera en el que iba más recto que un palo...






Si con Guilin tenía dudas de como catalogarla en lo que a tamaño se refiere, con Yangshuo, no cabe duda que hablamos directamente de un pueblo pequeño, aunque eso si, tremendamente turístico.






No voy a negar que se trata de un pueblo muy bonito ubicado en un entorno espectacular, rodeado de montañas. Sin embargo, la verdad es que por algún motivo desconocido, en ese momento necesitaba zonas rurales, sencillas y apartadas del bullicio y el turismo. En esta segunda etapa del viaje, me estaba costando conectar con el mismo, o mejor dicho, desconectar de mi vida cotidiana en Madrid. En el fondo, tenía la certeza de que lo que necesitaba era encontrar esas zonas más alejadas de las que tanto disfruté en el viaje del año pasado.

Por eso, no lo dudé mucho cuando vi la posibilidad de alquilar una motito y perderme por pueblos algo más alejados del reclamo turístico que supone Yangshuo.


Dicho y hecho. Aunque el día amenazaba lluvia y en algún momento esporádico la hubo, lo cierto es que en seguida empecé a disfrutar de las mini aldeas que me iba encontrando en esta ruta sin rumbo que me inventé. 

La expresión de los niños, campesinos y transeúntes en general que me iba encontrando por el camino, ya me iban haciendo saber que estaba llegando a ese tipo de zonas que se salen de las rutas más habituales y con las que tanto disfruto.









Y así, poco a poco y casi sin darme cuenta, empecé por fin a conectar con todo lo que necesitaba conectar. China no es un país fácil de recorrer "a tu aire". El idioma es una barrera enorme con la que no me había encontrado de manera tan exagerada en casi ningún otro país. Sus gentes tampoco son tan abiertas como en la mayoría de países que visité el año pasado. 

Dicho esto, tengo la certeza de que lo mejor está por llegar...

Comentarios

Entradas populares de este blog

Varanasi, ¿cómo podría explicarte?

Chitwan, la tierra donde el elefante es el Rey…

El de ese edificio al que creo llaman TajMahal…